Ongaku no Tsubasa cap.6

Recostada en su cama, mirando fijamente el techo. Tratando de ordenar sus ideas. Sumergida en los lugares más recónditos de su mente. Buscando… buscando una explicación que se desvanecía través de sus dedos. Una idea… una idea sembrada, flotando en el aire. Inmortal e indestructible. Es muy difícil eliminar una idea cuando se encuentra aferrada en la mente, que ha infectado cada pequeña neurona en el cerebro.

Marie cerro los ojos, el nivel de agotamiento que sentía en ese momento era incomparable. El cuerpo pesado, la cabeza palpitante a punto de estallar como una bomba, las manos temblando, una pequeña gota de sudor recorriendo su frente y un susurro que helaba todo su ser.

La imagen de Thomas invadía su mente, una y otra vez. No importaba cuanto tratara de borrar esta imagen, de matar esta idea… era sencillamente imposible.

<<Aquello que quieres…>>

Marie se levanto sobre exaltada, podría estar perdiendo los estribos y la cordura pero esa voz fue muy real.

<<Aquel a quien amas…>>

Si, en efecto esta voz era real. La voz de una mujer… una voz dulce y suave que hacia eco en toda la habitación, trayendo consigo una brisa gélida.

<<Lo que más desea tu corazón…>>

Marie se puso de pie, tratando de encontrar la fuente de esta voz. Miro por todos lados de su habitación. Un crujido en la esquina, donde se encontraba su pequeño buro. Volteo ágil su mirada, para encontrar una extraña sombra que se retorcía sublime en la esquina. Dando tres pasos hacia atrás, sintiéndose incapaz de correr o gritar. Un gran terror se apoderaba de ella.

<<Lo que has perdido…>>

La sombra se le aproximaba, tomando forma humana, poco a poco se podía distinguir la figura de una mujer. De un rostro delicado, con facciones finamente talladas, un cabello largo y ondulado que brillaba tímido y unos ojos azules tan claros que penetraban el alma. Esta extraña mujer que usaba un largo y hermoso vestido blanco se encontraba de pie frente a Marie.

-Quién eres?...- pregunto sin mover un musculo o parpadear, temiendo que se pudiese perder algún detalle importante.

-Tienes que encontrarlo!... encontrarlo antes que…- la expresión de esta mujer era de una pena enorme, sus pequeños gestos mostraban cuan atormentado estaba su espíritu.

-Antes de qué!?- Marie parecía estar conectada con ella. Todas aquellas emociones, aquel dolor, sufrimiento y pena parecían también pertenecerle.

-Viene de nuevo!

-Qué es lo que viene? Qué pasa!? – Marie observaba como la mujer asustada volteaba a todas partes de la habitación, una desesperación que se podía observar a través de sus ojos. En un instante, debajo sus pies, otra extraña sombra aparecía. Como si tuviera vida propia esta sombra comenzó a tragarse su cuerpo. En un grito ahogado, la mujer era aprisionada, látigos que se desplegaban de la sombra se enroscaban en cada una de sus extremidades. Marie hizo todo lo posible para ayudarla pero fue inútil, su cuerpo era traslucido y se desvanecía lentamente mientras era engullida por una oscuridad feroz.

-Espera!- grito desesperada Marie, sintiéndose impotente. Viendo como esta atrocidad pasaba frente a su ojos y era incapaz de poder hacer algo.

-Marie… Marie!-

La pelirroja abrió los ojos. De nuevo se encontraba recostada en su cama, de pie al lado de ella estaba Isabella.

-Fue solo un sueño…- susurro débil Marie aún perpleja por aquello que parecía tan real.

-Estas bien? Tenias pesadillas?- dijo Isabella preocupada, poniendo su mano en la frete de Marie acaricio maternal su cabello.

-Si, estoy bien… solo fue un mal sueño.- Marie sonrió cariñosa, tratando de no preocupar a su madre.

-De acuerdo…- dijo no muy convencida Isabella. –Bueno… prepárate para ya irnos, no olvides el invento ese de… si de vestidos. Yo alistare el pay. Te espero abajo.- dejando la habitación, cerro delicada la puerta. Un gran silencio dominaba la habitación de la chica.

Marie se puso de pie velos, dirigiéndose a toda prisa hacia el buro. Lo examino minuciosa y detenidamente, nada fuera de lo normal. Camino por la habitación hasta colocarse en el sitio exacto en donde hace segundos habría jurado ver a la mujer. Observo sus propios pies, quedo en silencio en esta posición por espacio de unos minutos. Se preguntaba como era posible que un simple sueño la perturbara tanto. Aún recordaba nítida la expresión de pánico en su rostro…. Y esa sombra… esa oscuridad que se alimentaba de ella. Marie sacudió su cabeza repetidamente, tratando de poner sus pies en la tierra, de regresar de esta pesadilla que estremecía todo su ser.

Arreglándose el cabello frente el espejo, Marie terminaba de arreglarse. Reteniendo el pensamiento de que solo había sido un sueño, que aquello no era real. Intento enfocarse en el objetivo de cuidar a Thomas; cuidar de aquella persona que daba todo por ella, valiente y sin dudar nunca un segundo. Marie volteo a ver su cama, quedo unos segundos pensando, tratando e recordar en que momento se había quedado dormida. Acaso esa idea que había estaba devorando su mente, era real? O solo el sueño?... <<Thomas esta enamorado de ti… tu eres la persona más importante para el… y por ti el…>> No!... en definitiva eso era parte del sueño.

Marie bajo las escaleras. Su madre estaba en la cocina guardando el pay.

-Solo saco la gabardina.- dijo Marie dirigiéndose a paso veloz hacia la habitación de lavado. Estando en el sótano, busco el interruptor de la luz. Cuando trato de encenderlo, los focos se fundieron cada uno de ellos dejando la habitación sumida en una oscuridad absoluta. "demonios…" pensó la chica. Fácil podría subir por una lámpara y bajar de nuevo, pero la pelirroja decidió jugársela de valiente. Tanteando el camino, se desplazo despacio por la habitación teniendo sumo cuidado de no chocar con nada. Cuando hubo identificado la lavadora especial, la abrió y la luz que emanaba dentro ilumino la habitación parcialmente. Gracias a esto pudo localizar la mesa donde había dejado los panfletos y las partituras. Al acercarse se sorprendió cuando vio las partituras en el suelo, quitándole importancia las levanto, tomo los panfletos y saco la gabardina. Al momento que cerro la puerta de la lavadora, el lugar volvió a quedar en la penumbra. Caminando cuidadosa por segunda vez se desplazo hacia las escaleras, al llegar sintió gran alivio. Comenzó orgullosa su asenso por su gran hazaña, normalmente se habría tropezado con todo ahí abajo.  "Torpe…" casi podía escuchar a Thomas diciéndole eso, con su tono burlón y sarcástico –Una gran característica de la personalidad de el.-

Ya cuando iba a llegar hasta arriba, una brisa helada rozo su cuello. Se detuvo precipitada y giro levemente su cabeza, mirando por el rabillo del ojo logro distinguir como al pie de las escaleras una sombra se movía. Al darse la media vuelta no vio nada. Pensando que solo había sido su imaginación continuo su marcha.

-Ya estas lista?- pregunto Isabella tomando su pequeña bolsa de mano.

-Si, ya llevo todo.- Marie agarro una mochila que estaba en la entrada principal, metiendo ahí todas las cosas que necesitaba –incluyendo la gabardina, la cual doblo delicada y cuidadosamente.-

-Muy bien, el taxi nos espera.

Ambas salieron de la casa. Isabella aseguraba la cerradura mientras Marie se acomodaba en el hombro la mochila.

-Escuchaste eso?- pregunto consternada Isabella, mirando en todas direcciones.

-Qué cosa?- Marie se detuvo y observo a su alrededor. –Cierto! Qué ha sido eso?... son personas gritando?

-Me parece que viene del patio trasero. Espera aquí!- Isabella corrió hacia la posible fuente de estos gritos. Marie asintió con la cabeza, pero aun así fue tras su mamá.

Al llegar al patio, se percataron de que estaba completamente desolado. No había nada, ni nadie en ese lugar. La brisa era particularmente más fría que en la entrada de la casa, pero no… ningún rastro de que alguien hubiese estado ahí.

-Podría jurar que venia de este lugar…- dijo Isabella consternada, no podía creer que sus oídos la hubieran engañado de esa manera.

-Si… yo también lo podía asegurar.-

-Marie! Te dije que te quedaras allá!... ah olvídalo de verdad… luego a quien le digo que se quede quieta.-  Isabella busco por todas partes alguna señal o algún sonido extraño, esperando que se volviese a escuchar los gritos. Nada. Todo pertenecía en un obsceno silencio. Marie se desplazo unos centímetros hacia los arbustos. Ahí oculto entre las pequeñas ramas se encontraban unos binoculares. Los levanto, estaba segura de una cosa no eran de ella.